lunes, enero 02, 2012

Confesión sincera

No ha sido el mar de lágrimas
que parieron tus ojos.

Ni tu voz rogándome
que no sea malo.

No ha sido el remordimiento
hambriento de mi tripa.

Ni el asqueroso reflejo
que veo en el espejo.

Ha sido la maldita certeza
de que lo volvería a hacer.

(Lo que me ha aniquilado)

4 comentarios:

Elmo Nofeo dijo...

Había crecido el río y llegaron a la orilla la tortuga y el alacrán. El alacrán le dijo a la tortuga: llevame en tu cuello y pásame al otro lado.

La tortuga le replico: ¿Cómo, si te monto me vas a picar? El alacrán con mucha humildad respondió: No tranquila, no solamente me montas y al otro lado me bajo y ya.

La tortuga acepto y lo monto al llegar a la orilla el alacrán enterró su ponzoña sobre el cuello de la tortuga.

La tortuga muriendo le pregunto: ¿Por qué? Y el alacrán le dijo: es mi naturaleza no lo pude evitar.

maria varu dijo...

cómo cortar, desprendernos, apartar lo que desde dentro nos puede?
cómo alcanzar ese punto de inflexión donde cambiar lo que sabemos que hay que cambiar?

quizás... sólo, por sus efectos en los otros...

un abrazo Ángel

TORO SALVAJE dijo...

No manda.
Mandan otro que vive en él.

Saludos.

AnaM.M.N dijo...

Las certezas,las malditas certezas...no dan cabida al autoengaño.

Todo un placer, volver,y reencontrarte.

Abrazos