jueves, agosto 05, 2010

Trujillo

A la azotea del hotel El Brujo
ha llegado una brisa amable pero extraña,
mientras las luces del cerro Cabra titilan burlonas
y yo trato de adivinar los pasos de tu infancia.

Noche trujillana en blanco oscuro
has caído sin avisar y sin estrellas
en el enorme ruido de este centro tan pequeño
que hace más pétrea la soledad
del héroe vencido del Jirón Independencia.

Un perro ladra en el colegio San Juan
sin que se inmuten sus pabellones desolados,
ni sus árboles fantasmales, ni sus patios vacíos,
tan inútiles como este esfuerzo mío
por descubrir un rastro que no has dejado.

No te hallaré en el paisaje difuminado,
ni escondida en estas horas,
como una adivinanza de lejanías
que me ha dejado muriendo un poco
en esta ciudad en la que naciste.