domingo, agosto 27, 2006

Mi primera vez

Fue cuando tenía trece años. Iba al colegio en uno de los destartalados micros (todavía no había combis asesinas) que en ese entonces recorrían toda la avenida Angamos. Allí descubrí que a veces los ángeles también usan el transporte público. Mis adolescentes ojos descubrieron entre el tumulto de pasajeros a la niña más hermosa del mundo. La miré los treinta y cinco minutos que estuvo en el ómnibus hasta que se bajó en el cruce de Angamos y Arequipa. Tan embelesado estaba que no me había dado cuenta que ella se había percatado de mi silenciosa admiración. Mientras el micro avanzaba y yo pugnaba por verla por última vez a través de la ventana, ella, con una sonrisa esplendorosa, su moñito afrancesado, sus zapatitos lustrosos y su uniforme de colegio caro, me hizo adiós con su manito de paloma. Nunca escuché su voz, nunca la volví a ver, nunca supe absolutamente nada de ella. Sólo sé que aquella fue la primera vez que me enamoré.

domingo, agosto 20, 2006

¡Órale, Laura!

Esta mañana cogí el periódico y leí que Laura Bozzo ha expresado, muy dolida ella, su deseo de obtener la nacionalidad mexicana e irse a radicar en ese país. Aunque me alegré de encontrar una buena noticia en un diario después de mucho tiempo, no pude sentir cierta congoja por los paisanos del Chavo del Ocho. Si alguno de ellos llegara a leer estas líneas, quiero decirle que todos los peruanos estamos con ustedes. No pierdan las esperanzas. No hay mal que dure cien años. En nuestro caso fueron más o menos diez. Es cierto, será difícil sobrellevar ese tiempo. Deberán disimular la vergüenza ajena si a nuestra próxima ex compatriota e inminente compatriota de ustedes se le ocurre apoyar incondicionalmente al algún dictador que salga por allí, le mande besos volados por televisión y ponga las manos al fuego por su siniestro y corrupto asesor de inteligencia. Y si no tienen cable estarán condenados a ver cómo en su talk-show un grupo de mexicanos sin dientes se agarra a golpes en pleno estudio, exhibiendo su miseria no sólo material sino también familiar, en dramas verdaderos o inventados. Deberán reprimir las náuseas cuando esos mismos mexicanos sin dientes empiecen lamerse las axilas y los pies unos a otros por unos cuantos pesos. Y finalmente, soportarán la patética escena de la conductora creyendo que les solucionará todos los problemas regalándoles un "carrito sanguchero" (en su caso lo podrían usar para vender tacos, enchiladas y gordas pellizcadas). Les deseo mucha suerte.

Cuando pensé que no podía estar más contento, el mismo diario se encargó de darme una alegría mayor (esto sí es raro). Páginas más adelante leí que desde hoy el Perú exige visa a los ciudadanos mexicanos que quieran ingresar al país. Bueno, si algún día la "doctora" quiere venir de visita, ojalá que el funcionario que la atienda en el Consulado haya visto su programa.