domingo, junio 19, 2005

Una raya más al tigre

No tengo nada en contra de los chilenos. Tengo amigos periodistas de esa nacionalidad. Y advierto que es una simple coincidencia el hecho que en el post previo también haya abordado una temática relacionada con nuestros vecinos del sur. Pero no podía dejar de mencionar este artículo. Prefiero guardamente mis opiniones al respecto, pero me gustaría saber qué les parece a ustedes, amigos.

miércoles, junio 15, 2005

¿Qué más quieren?

(Nota del autor: Este post puede ser perfectamente comprendido por los blogger peruanos, pero para los amigos de otras latitudes advierto que todas las líneas de abajo son puro y visceral sarcasmo)

A propósito de un malhadado comentario en mi post anterior, cuyo anónimo autor señala que el Pisco Sour es chileno, debo hidalgamente reconocer que esa afirmación es verdadera. Tienen razón los amigos chilenos: el Pisco es de Chile. Pero no sólo eso. La chirimoya es chilena, la papa es chilena, el ceviche es chileno, Machu Picchu y las Líneas de Nazca son chilenas, el Señor de Sipán fue encontrado en Chile, Manco Cápac y los catorce incas fueron chilenos, Cubillas y Challe vestían uniforme rojo y azul en el Mundial del 70, el “Cóndor Pasa” fue compuesto por un chileno, Santiago es llamada “La Ciudad de los Reyes”. Además, saludamos el hecho que nuestros estimados amigos del sur pronto vayan a patentar el “Suspiro a la chilena” y realizar espectáculos de caballos de paso montados por “Chileanes”. Javier Pérez de Cuéllar es chileno, Mario Vargas Llosa es chileno, Sofía Mulanovich y María Julia Mantilla son chilenas, Gianmarco es chileno, y últimamente se ha descubierto que Chacalón también era chilenooooooooooo!!!!!!!!

martes, junio 14, 2005

¡La competencia rioplatense llegó a los micros!

Luego de un buen tiempo me subí en un ómnibus. No me ufano de no necesitar el transporte público, del cual sería asiduo usuario de no ser por las facilidades de transporte que me ofrece el trabajo que tengo actualmente. Pero como todo en la vida tiene su final, mejor no me malacostumbro y, de cuando en cuando, subo a la volada a nuestras destartaladas unidades urbanas y bajo “con pie derecho”.

Una pequeña digresión: Una vez en el ómnibus me di cuenta que éste no apestaba a mierda, como lo proclama un blogger a quien estimo mucho, pero con quien discrepo abiertamente sobre este punto.

Pero bueno, ese no es el tema de este post. Estaba sentado al lado del pasillo, viendo como éste se transformaba en un jirón marchante en el que se sucedían niños con caramelos, ex drogadictos, ex pirañitas, ex presidiarios, cojos, ciegos, mudos, cantantes, músicos folclóricos, madres con niños, niños sin madres, desempleados, locos (o al menos buenos imitadores) y hasta un pobre tipo con parte de las vísceras afuera. Esto no tendría absolutamente nada de raro en una ciudad como Lima, de no ser por el singular personaje que subió al ómnibus casi llegando a la avenida Abancay.

“Buenos días, señoras y señores, hermanos del Perú. Les voy a interpretar unas canciones andinas de este hermoso país, aunque sho no sea peruano. Una de eshas es el famosísimo `Cóndor pasa´, del que sho me quedé enamorado, así como he quedado enamorado de esta linda tierra”, dijo un alto y desaliñado colorado, quien, flauta en mano, se dirigió a la sorprendida audiencia con un acento tan gaucho como el de Gardel.

Entre el “Cóndor pasa” y “El leño Verde”, el colorado les contó a los pasajeros que había nacido en Punta del Este, Uruguay, y que era uno de los ex trabajadores del Atlantis Circus que cerró agobiado por las deudas con la Sunat y cuyos dueños, un par de ciudadanos chilenos, habían huido con la poca plata que quedó. El asunto es que el colorado se quedó en la mera calle y con la obligación de mantener tres hijas, una de ellas nacida en el Perú. “Esha es su compatriota”, dijo con una amable sonrisa en los labios.

Más allá de la interpretación de las melodías, la cual no tuvo nada de extraordinario, el colorado se metió el público al bolsillo, pues su rutina distaba mucho de decir simplemente: “…y como primera canción” y luego pasar la bolsita para que caigan los céntimos. Este uruguasho vendió su vida como una verdadera historia. No se le puede negar la originalidad de su presentación. Al punto que la gente hasta lo aplaudió cuando terminó su acto.

La despedida no pudo ser mejor pensada: “Sho decidí quedarme en el Perú, porque la verdad es que en ninguna parte he encontrado gente tan buena como acá. Sé que con la ayuda de esa gente podré salir adelante”. Impecable. En verdad, nunca había visto la bolsa de un flautista callejero tan llena de monedas. El colorado se ganó cada una de ellas.

Al parecer la competencia rioplatense ya no se limitará a nuestra televisión, publicidad y fútbol. Advertidos están mis queridos músicos ambulantes.

miércoles, junio 08, 2005

Necesaria autocrítica

Como sucedió en el post que escribí hace ya varios días (antes de contestar las cadenas literaria y musical que me enviaron mis estimados amigos Santos y Flavio) la materia de estas líneas también tienen su origen en los interesantes intercambios de correos que se producen en la lista de BlogsPerú.

Esta vez el palo cayó (y fuerte) sobre los periodistas, a propósito de un artículo en el que se decía que el fenómeno blogger podría representar una amenaza para los “periodistas profesionales”. A partir de ello se hicieron notar las taras y limitaciones del periodismo peruano actual. Varios blogger sorprendieron al gremio con los pantalones abajo. Se criticó así, la pobre preparación, indolencia intelectual y ligereza profesional que caracteriza a parte del medio periodístico peruano.

En mi opinión, los periodistas no están amenazados por los blogger, ni siquiera por profesionales de otros campos. La amenaza para los periodistas son los propios periodistas, en la medida que el sensacionalismo, falta de rigurosidad y –ciertas veces– irresponsabilidad que tienen algunos al informar es directamente proporcional a la imagen que la población se forma de los medios de prensa.

Y es que la dejadez humanística del gremio periodístico en nuestro país es cada vez más preocupante. Aunque existen clarísimos referentes caracterizados por una sólida cultura y un compromiso real con la responsabilidad que tienen al informar, los hay también, aquellos que ni siquiera han cogido un libro en toda su existencia.

Digo esto con mucha pena ante la imposibilidad de defender a mi gremio en este aspecto. Decir lo contrario sería cerrar los ojos a la realidad. Tenemos un problema y estamos lejos de resolverlo.

Muchos hombres y mujeres de prensa carecen de una real conciencia sobre la responsabilidad que conlleva su profesión, responsabilidad que es mucho mayor a la de cualquier otro profesional, debido a los efectos que ésta puede conllevar. Si un médico ejerce una mala praxis el que sufrirá los daños será su paciente, si lo hace un abogado entonces los afectados serán un puñado de litigantes. ¿Pero qué pasa si un periodista informa mal? Si ello ocurre, la que pagará los platos rotos será la sociedad en su conjunto.

Es obvio que no podemos atribuirle toda la responsabilidad al periodismo en sí, pues sus males son los mismos que sufre el Perú en general. Pero, lo que no se puede negar, es que en países como el nuestro el periodismo debería ser parte de la solución y no del problema.