domingo, agosto 28, 2005

¡Aquí se habla español!

Como el enamorado de la lengua castellana que soy, aplaudo fervorosamente la campaña que lleva adelante el cantante Juanes con la compañía Pepsi. El tema me hizo recordar un post que escribí hace algunos meses, precisamente con el título “Aquí se habla español”. Aunque varios de los amigos que visitan este sitio ya lo leyeron y formularon los comentarios correspondientes, me tomaré la licencia de reproducir su contenido, a propósito de la campaña de Juanes. Los nuevos comentarios serán agradecidos. ¡Hasta el próximo post!


"No tengo nada en contra del inglés, idioma que no domino, pero que muchas veces tengo que usar por cuestiones de trabajo. Sin embargo, soy un enamorado de mi lengua materna, y quizá por eso me resisto a ser parte del aplastante proceso que se evidencia cada día más en nuestra forma de comunicarnos y de sustantivar.

A lo largo de no pocos años el inglés fue apoderándose sigilosamente de un espacio importante en nuestro lenguaje cotidiano hasta reemplazar por completo a los vocablos en español con el mismo significado. Casi sin darnos cuenta empezamos a decir “break” en vez de “receso”. Ahora buscamos un trabajo “part time”, y no “a medio tiempo”, o “full time”, y no “a tiempo completo”. Ya nadie pide un “cojín” de shampoo, sino un “sachet”. Y hasta una controvertida conductora de televisión ha recogido una exclamación muy de moda entre las jovencitas cuando una noticia las sorprende: “whaaaattttt!”, en vez de ¡queeeee! En fin, ejemplos sobran.

A mediados de la década de los noventas, el fenómeno de la globalización hizo que el conocimiento del inglés dejara de ser un valor adicional a la formación profesional para convertirse en un pre-requisito de la misma. Sin embargo, este proceso fue más allá y en muchos casos el inglés sustituyó al castellano. La poderosa internet e incluso el gigantesco crecimiento de la televisión por cable, terminaron de abonar un fértil terreno para los anglicismos.

Intentaré acercar lo que trato de decir al medio que estoy utilizando. En la mayoría de las bitácoras latinas y en nuestro caso, peruanas, casi todos los bloggers usan gran cantidad de palabras y frases en inglés. Incluso redactan posts enteros en ese idioma, que no es el suyo. No es mi intención criticar esta costumbre, pues no tiene nada de mala, pero –al menos para mí– sí bastante de singular. Por ejemplo, me he topado con algunos post en los cuales la gramática es perfecta cuando se redacta en inglés, pero pésima cuando se usa el castellano.

Sería obtuso negar que el conocimiento del inglés es vital para nuestro desarrollo individual e incluso social, puesto que constituye el idioma universal en cuanto a conocimiento y tecnología. Pero considero que no por ello debería desplazarse el cultivo del castellano. Incurrir en este tipo de discriminación lingüística –desde mi humilde punto de vista– no tiene otro nombre que alienación.

El castellano es un idioma hermoso, inacabable y elegante. Si China no tuviera tantos millones de habitantes, nuestra lengua sería la más hablada en el mundo. Sin embargo, los latinos nos empeñamos cada vez más en mejorar nuestro acento y aumentar nuestro vocabulario en inglés, y nos preocupamos cada vez menos en hablar y escribir correctamente nuestro propio idioma. Eso es lamentable".

miércoles, agosto 17, 2005

Adivina, adivinador

El chofer del taxi escuchaba casi religiosamente cada uno de los consejos que la “astróloga” le daba a los oyentes que llamaban con fervientes peticiones de adivinación sobre el amor, el dinero, los estudios y el trabajo. El ensimismado rostro del conductor, que parecía ser el más asiduo oyente del programa de marras, me desanimó de pedirle que cambiara de estación. El sujeto seguramente hubiera preferido bajarme en medio de la Vía Expresa antes que quedarse sin escuchar las predicciones para su signo.

Lo que siguió fue un lamentable e inverosímil espectáculo de credulidad. Náufragos en un mar de inseguridad y miedo, intentando aferrarse a una venturosa predicción, como única tabla de salvación, se sucedían uno tras otro a lo largo de veinte minutos de programa. En el Perú, al fin y al cabo, es mejor crearse una realidad paralela, para que la famosa “verdad de la milanesa” no sea tan difícil de tragar.

Primero llamó una chica. Estaba ansiosa por saber si ingresaría a San Marcos. La “astróloga” le pidió que le dijera su nombre, su edad y su signo zodiacal. “A ver Fulanita las cartas dicen que tienes una gran posibilidad de ingresar a la universidad, pero eso dependerá del ahínco que le hayas puesto en tu preparación. Ahora, si no ingresas a San Marcos, no te desanimes acá dice que también tienes posibilidades en otras universidades”. ¡Qué tal estafa! Yo también le podría haber dicho lo mismo y sin necesidad de cartas. Niña, el hecho que tu preparación defina si ingresas o no ingresas a la universidad es tan obvio como saber que si no puedes ingresar a la peleada San Marcos, puedes hacerlo a alguna otra universidad con una valla menos alta. ¿Por qué agradeciste semejante despliegue de obviedad?

Ni siquiera había terminado de reponerme de tamaña candidez (por ser amable), cuando entró la llamada de una respetable dama que quería saber si el hombre de sus sueños finalmente le daría bola. Lo gracioso es que el tipo ya le había dicho que no quería estar con ella y que sólo le interesaba ser su amigo. Pero no vayan a creer que la había “choteado” una, dos o tres veces, ¡fueron cinco!. “Sultanita, no veo que esa ilusión tuya tenga posibilidad de prosperar. Lo mejor es que lo olvides y busques a alguien que te valore”. Mi queridad señora, ¿es que para escuchar eso necesita llamar a la radio y hacer que las miles de personas, que al igual que usted pierden el tiempo escuchando ese programa, se entereren de su desventura amorosa? ¿No le bastaron con las cinco negativas del sujeto en mención, tenían que confirmárselo públicamente?

Pero el programa estaba lejos de acabar. Todavía me faltaba escuchar la llamada del señor de cincuenta y tantos años que hace como tres meses que está sin trabajo. Rogaba porque la “astróloga” le dijera si iba a volver a ser parte de la PEA. “Las cartas no lucen nada bien. Menganito, creo que lo mejor es que vayas pensando en la forma de hacerte de un negocio. Veo difícil que una empresa vaya a contratarte”. Pero, mi querido señor ¿existe otra respuesta en un país con un alta tasa de desempleo y subempleo, con cincuenta por ciento de personas viviendo en la pobreza, con una población económicamente activa joven, es decir en la que no hay espacio para gente que sobrepase cierta edad?

Y pensar que hay gente que hasta paga por esas benditas predicciones. Creo que me equivoqué de carrera.